AMN-. El lema de la campaña electoral de Miguel de la Madrid era “la renovación moral de México”, que ha quedado para el anecdotario nacional porque de moralización y combate a la corrupción no se logró absolutamente nada, todo quedo en el bla, bla, bla...

Y todo está quedando en el discurso en el autoproclamado régimen de la “cuarta transformación” que presume que “no somos iguales, que los gobiernos anteriores”, pero la realidad es que la corrupción sigue y no solo se ve en México, sino desde el viejo mundo.

El influyente periódico británico, The Financial Times en un artículo de este lunes publica que “AMLO tiene poco que presumir de su lucha contra la corrupción” y pone como ejemplo el emblemático trofeo del raterillo Emilio Lozoya, quien de dientes para fuera le dio al gobierno de AMLO atolito con el dedo prometiendo que soltaría la sopa contra 17 priistas y panistas, incluyendo a Enrique Peña Nieto que se beneficiaron con la empresa brasileña Odebrecht, incluyendo los cañonazos que legisladores panistas habrían recibido para que aprobarán la reforma energética de Peña Nieto.

Sin embargo, AMLO ha quedado como el cohetero de mi pueblo, mal con todo mundo, pues Emilio Lozoya no ha aportado ninguna prueba y en cambio, para salvar el pellejo ha ofrecido negociar con la Fiscalía General de la República para resarcir con millonarias propiedades el daño que le causo al erario nacional. No hay duda que Emilio Lozoya choreo y se burló de AMLO, de la Fiscalía General de la República y de todo mundo y se pavoneo comiendo en los mejores restaurantes de México.

El diario londinense también se pitorrea del gobierno de AMLO diciendo que “el emblema del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, es la lucha contra la corrupción, algo que no ha logrado pasar del discurso a la acción”.

Además, esta semana AMLO lanzó un decretazo con el cual está legalizando la corrupción oficial en su gobierno. ¿Cómo? De un plumazo despareció al Instituto Nacional de Acceso a la Información, el INAI institución garante de la libertad de expresión que consagran los artículos, sexto y séptimo constitucional que rezan que todos los individuos tenemos derecho a la información.

Así el decretazo AMLO se convierte en un autoritario dictado que rinde culto a la opacidad, es decir a la corrupción, toda vez que todos los proyectos y obras del gobierno de AMLO serán considerados “reservados” como de interés público y seguridad nacional. Sí, una vez más AMLO se vuelve a revelar como un violador contumaz de la Constitución General de la República que juro cumplir y hacer cumplir, es decir que AMLO rinde culto a lo extralegal como ocurre con los regímenes dictatoriales.

Con el decretazo de AMLO que ha desatado estupor porque ya ningún mexicano podrá saber nada sobre contratos, proyectos, pagos del gobierno federal en todo lo que tenga que ver con obras de infraestructura y de todo tipo, desatará una cascada de amparos ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación, como el que ya preparan los consejeros del INAI, institución que quedará pintada en mochila de indio porque AMLO quiere que el país sea de un solo hombre y que nadie más le haga sombra, al llamado “falso mesías” título que por cierto le dio el periódico británico Financial Times que por lo visto lo tiene bajo la lupa.


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